domingo, 13 de febrero de 2011

EE,UU. vs Mexico.


A juzgar por la lluvia de declaraciones recientes sobre México, procedentes de funcionarios de alto rango en materia de seguridad de los Estados Unidos [Hillary Clinton, Janet Napolitano, Joseph Westphal y recién James Clapper, el director de Espionaje Nacional], éste país ha volteado la vista contra su vecino del sur. Retomando la ya vieja tesis del terrorismo internacional con que la administración perversa de George Bush trató de justificar sendas invasiones del Pentágono contra Afganistán primero e Irak después, ahora la responsable de la Seguridad Interna, Napolitano, lanza una idea peor que temeraria, amenazante: la posible alianza entre Los Zetas y Al Qaeda.

Así, bajo el pretexto del resguardo de su “seguridad nacional” por el riesgo para su país, EU parece estar preparando el terreno para una ofensiva —seguro bajo el ardid de medidas preventivas— militarista y con
tintes netamente intervencionistas a territorio mexicano, al más puro estilo de la halconera política bushiana que empujó guerras para el resguardo de sus intereses energéticos y geopolíticos en la región Oriente Próximo y Medio.
Aprovechando el entreguismo de la administración actual del presidente Felipe Calderón [y en general de las dos administraciones del Partido Acción Nacional (PAN)] a los designios de Washington y todo lo procedente de EU, pero sobre todo apoyados en la debilidad del propio gobierno mexicano —al descubierto día con día por su endeble estrategia contra el crimen organizado— porque la narcoviolencia pone en jaque al propio Estado, los gringos parecen estar menos dispuestos a ayudar que a invadir México.


Y de no ser así —no obstante EU tiene servicios de inteligencia que elabora los análisis pertinentes para su geopolítica exterior, así sea con ofensivas militares—, qué mejor. Pero esta reflexión es más un llamado de atención a las autoridades mexicanas: a la Presidencia de la República, a la Secretaría de Gobernación, a Relaciones Exteriores, pero sobre todo al Senado y a los mexicanos, para que se revise con atención y se ponga especial cuidado en los dichos y deslices que sobre México están haciendo los funcionarios en cuestión. Porque entre las declaraciones y las acciones la distancia puede ser muy corta.

Sobre todo para responder como se debe, tanto al pretexto —revisar la estrategia antinarco urgentemente; más vale tarde que nunca para el actual gobierno— como a las intentonas imperialistas-militaristas e invasionistas de los gringos. Protestar lo necesario, pedir aclaraciones de gobierno a gobierno [Calderón-Obama] y de Congreso a Congreso, así como atender suficientemente lo que parece convertirse aceleradamente en un problema grave de seguridad nacional para México. Lo que no, es minimizar el asunto pidiendo disculpas o revires de funcionarios menores, sino sopesar la situación por la delicadeza que tiene. Porque con actitudes como estas, la amenaza toca a las puertas tanto de México como de Latinoamérica. La sucesión de acontecimientos, como las evaluaciones sobre la narcoviolencia que están haciendo las instancias de inteligencia y seguridad desde EU, que incluye a las representaciones diplomáticas [véase las revelaciones de ayer en La Jornada, los cables enviados por Wikileaks a este diario mexicano que comenzó a publicar], están sirviendo de pretexto para un cambio de enfoque al sostenido hasta hoy en las relaciones con México. Hacia otro dirigido contra México. No se trata de dichos sino de hechos. En una especie de muda de de la vieja política de contrapesos operada por el viejo Partido Revolucionario Institucional (PRI), por otra de desventaja y sujeción que ha tolerado el PAN.

Por eso, ya no velada, sino descarada y amenazantemente, personalidades como la propia Napolitano se atreven a lanzar hipótesis justificatorias e intervencionistas de la posible alianza: “Porque durante un tiempo hemos pensado [se refiere, la titular de Seguridad Interior de EU, a todo su aparato de espionaje y seguridad nacional; ¿y por cierto, el equipo de inteligencia de México en dónde está, como lo planteó hace tiempo, en 2007 (o antes, en 2005 como tesis doctoral), Elena Jannetti Dávila en su libro, Institucionalización de un nuevo sistema de inteligencia para la seguridad nacional en México, con la creación de un Instituto de Estudios Estratégicos en Seguridad Nacional?] qué podría ocurrir si, digamos, Al Qaeda se une a Los Zetas” [sic].

Una postura, además, adoptada por Napolitano en audiencia ante el Comité de Seguridad Interna de la Cámara baja, al atender un cuestionamiento sobre “la potencial amenaza de que terroristas puedan usar las redes del narcotráfico mexicano en EU”. Más expectación causó porque la señora expresó “dejarlo hasta ahí” y no hablar más del tema. “Cuando el Congreso puede convocar a sesiones a puerta cerrada para abordar temas delicados de inteligencia y seguridad nacional”. Más claro ni el agua.

Se trata, ni más ni menos, de una hipótesis con visión de largo plazo, en el análisis estadounidense del resguardo de su seguridad nacional. Justificar una intervención con una falaz unión Zetas-Al Qaeda para fines terroristas, no obstante tratarse de organizaciones son fines totalmente distintos. Pero es la tesis imperialista que azuzó las guerras afgana e iraquí, países señalados como cueva “protectora” de terroristas uno y el otro como poseedor de “armas de destrucción masiva”, nunca comprobadas como fue el caso de las acusaciones contra Sadam Hussein.

Dos considerados más: 1) En la visión contra el mundo se está imponiendo la estrategia de los halcones de la derecha republicana, toda vez que le han ganado terreno a los demócratas y que el presidente Obama irá tras su reelección, y cede por ello; 2) En la debilidad de México y de sus instituciones frente a un problema de violencia de la magnitud creada por el crimen organizado, metido en trifulcas electoreras por el afán del PAN de perpetrarse en el poder presidencial y porque no se ve cuándo revisará a fondo su estrategia contra los delincuentes; por eso EU se está volviendo la principal amenaza de México. Esto, insisto, es un llamado de atención, para encender los focos amarillos.

Finalmente. Seguro que a Napolitano, Hillary, Obama, otros funcionarios y a los congresistas republicanos de EU, no les importa declaraciones como las del embajador Carlos Pascual, el espía principal en México con estancia de “diplomático”, que “ninguna organización terrorista internacional conocida tiene presencia operativa en México, ni han tenido lugar incidentes terroristas dirigidos contra personal o intereses estadounidense en territorio mexicano u originados en él” (10/I/2010); cables revelados por Wikileaks, al diario señalado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario