jueves, 6 de mayo de 2010

La marihuana en EE.UU.



Es bastante irracional la prohibición de la mariguana si se considera que, en cifras oficiales de Estados Unidos, medio millón muere ahí anualmente a causa del tabaco, 85 mil por alcoholismo y 17 mil debido al conjunto de drogas ilegales. Pero, por los efectos de la mariguana, la droga ilegal más consumida, y principal exportación ilegal mexicana a ese país, mueren exactamente… cero personas. Probablemente por eso va cobrando fuerza el movimiento a favor de su legalización en la Unión Americana. Sin duda alguna, la opinión pública respecto de las drogas está cambiando sensiblemente. Hace años hubiera sido impensable que aspirantes a la presidencia considerasen siquiera la despenalización de la mariguana. Antes, cuando incluso algún funcionario medio o embajador latinoamericano sugiriera explorar esa vía, la presión del gobierno estadunidense para su cese era incontenible. Menos aún imaginar que los políticos en activo, de ese país, declararan públicamente a favor de esa posibilidad (aunque lo creyeran en lo privado). Era arriesgarse a perder el favor de sus correligionarios, de su respectivo electorado y de la opinión pública en general.

Hoy vemos cómo un representante por Texas, que fue dos veces precandidato a la presidencia, escribe abiertamente contra la política de prohibición. Se trata de Ron Paul, quien además es médico ginecólogo. En un artículo titulado Terminemos la insalubridad de la guerra contra las drogas (20/IV/10), Paul empieza señalando: “Aunque muchos quisiéramos ver la quiebra de las drogas, debemos preguntarnos: ¿no hemos buscado justo eso por varias décadas, sólo para ver cómo florece el mercado negro y cómo escala la violencia?... La prohibición legal de las drogas es el factor número uno que mantiene altas utilidades para los narcomenudistas y los cárteles y garantiza que el crimen organizado domine el mercado”. Continúa: “Cada vez que la ley da un golpe a algún cártel de las drogas, las utilidades crecen para los demás oferentes. Este tipo de fuerzas económicas son indomables por la aplicación de la ley”. En efecto, la ley de la oferta y la demanda supera a la ley civil y penal cuando las utilidades son tan fabulosas como las que arroja el mercado negro de las drogas. Es como querer aplacar las olas del océano con una tabla de madera.

La política de prohibición significa, pues, un gran negocio para los cárteles de la droga, dice Ron Paul, “pero, para el resto de nosotros, en cambio, es un desastre”, dado que se prioriza el combate a las drogas sobre otros delitos que afectan directamente a la ciudadanía, como el secuestro y las violaciones (cuyos reos son soltados en Estados Unidos anticipadamente, para hacer lugar a convictos por consumo o comercio de drogas). “La guerra a las drogas —continúa Paul— distorsiona las prioridades de la ley, en detrimento de los ciudadanos… La legalización del alcohol no le hizo ningún favor al crimen organizado. De igual manera, si hoy queremos mover el piso a los cárteles de la droga… realineemos las prioridades de la aplicación de la ley… y terminemos con la irracionalidad de nuestra guerra contra las drogas”. Ante todo lo cual, termina con una recomendación: “Despenalizar la mariguana a nivel federal sería un buen comienzo”. Declaraciones semejantes, en un legislador estadunidense, hace apenas unos años, eran impensables.

Algo está cambiando rápidamente en favor de estrategias y opciones más racionales y eficaces para enfrentar las drogas, y México se está quedando —como en muchos otros temas— rezagado.

México le reclama a Estados Unidos esta política de despenalización, que en nada ayuda a nuestra estrategia. Es absurdo perseguir y encarcelar a nuestros cultivadores pobres, mientras que los de allá prosperan a la luz del día. Será absurdo que, allá, el Estado recabe impuestos por la mariguana, mientras el nuestro invierta cada vez más dinero en combatirla inútilmente. Lo racional sería seguir los pasos en pro de la despenalización de, por ejemplo, California. Estados Unidos no tendría por qué reclamarnos semejante decisión. Sería un acto de equidad. Por cierto, algunos de los principales asesores de Felipe Calderón en su estrategia contra los capos consideran que, en efecto, despenalizar la mariguana, si bien no sería la solución total del problema, mucho ayudaría a reducir los ingresos de los cárteles y, en esa medida, su poder corruptor y de desafío armado al Estado.


Articulo de Jose Antonio Crespo.
Horizonte politico.
Diario "El Excelsior".

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