El estado de la reflexión pública sobre la gravedad de la situación mexicana llega a la consternación. Las señales de alarma van en ascenso dentro y fuera del país mientras el gobierno sube el tono de su inconsciencia y lanza frases pueriles que ocultan el fracaso palmario con un supuesto heroísmo. Anuncia el fin del incendio cuando ardemos por todos lados.
Para mi sorpresa, el título asignado a la conferencia que impartí esta semana en el congreso mexiquense aludía a la proximidad de una “crisis constitucional”. Frente a la quiebra del estado de derecho, la urgencia de implantar un “verdadero sistema democrático”. Escuché matices varios de la desesperanza y ecos de una angustia sin horizontes. A diferencia de los periodos prerrevolucionarios, priva un fatalismo que no osa decir su nombre.
Cuando hace tiempo adelanté que México estaba naufragando en el pantano de un “Estado fallido” fui degradado por los voceros del régimen al rango de traidor a la patria en busca de una intervención extranjera. Cuando sugerí la revocación del mandato presidencial para dar paso a un gobierno de salvación nacional, fui acosado por la injuria y la amenaza. Ahora pocos dudan de la razón que me asiste.
La referencia de Calderón en Alemania a los “cinco jinetes de la Apocalipsis” que hemos derrotado refleja una distorsión esquizoide ni siquiera explicable por su afán compulsivo de atraer inversiones. Es una réplica pueblerina del discurso fundamentalista de la derecha norteamericana. La “guerra” declarada a un enemigo inasible que encubre las tumbas de 23 mil víctimas de una violencia evitable. La prédica religiosa que suplanta la responsabilidad del Estado.
El Apocalipsis es el último libro canónico del Nuevo Testamento. Significa “revelación” y contiene las profecías del apóstol San Juan sobre el fin del mundo. Sus causas: la guerra, el hambre, la peste y la muerte, que arrasan con la furia alegórica de los jinetes. Aunque el caballo blanco signifique también la redención por Cristo, figura a la que tal vez se acoge el Ejecutivo para anunciar el fin de nuestros sufrimientos.
Las declaraciones de su secretario de Gobernación explicitan la fantasía: hacia junio el “ciclo de la violencia” disminuirá y a fines de año “las cifras” del crimen organizado estarán a la baja. En la hipótesis de que exista una distinción entre la violencia y las cifras que dan cuenta de ella, ninguna de las dos aseveraciones tiene soporte empírico. Gesto de médico chambón que anuncia a los familiares la pronta recuperación del enfermo cuando todos los síntomas apuntan al desahucio.
La respuesta no esperó: dos funcionarios de la DEA y el FBI declararon ante el Congreso de Estados Unidos que la violencia en México es “horripilante” y “podría empeorar antes que mejorar”. Reiteraron que “es imperativo sostener el ímpetu y apoyar los esfuerzos del presidente Calderón contra el crimen organizado”. “Quisiéramos —a través de interpósito gobierno— tumbar a los jefes de los cárteles durante los próximos dos años”.
Citaron la extradición de más de 280 presuntos delincuentes a ese país durante la presente administración y la necesidad de asegurar que la “violencia desenfrenada en México no se expanda sobre nuestra frontera”. Aseguraron que el momento es “importantísimo”, puesto que “estamos llegando al final del gobierno de Calderón y no sabemos quién estará en el próximo”. Es decir, su duda de que esta política no sea transexenal y nuestra sospecha fundada de que intenten prolongarla por medios persuasivos.
Sugirieron que pueden ascender a 39 mil millones de dólares anuales los fondos que se trasladan a México por cuenta del narcotráfico pero evitaron decir que esa enorme cantidad de recursos convertida en arsenales vuelve virtualmente imposible la derrota armada de los criminales. Profetizaron la guerra perpetua en nuestro país y el establecimiento de un prolongado interinato regido desde el exterior.
Diputado Federal del P.T.
*Porfirio Munoz Ledo.
Columnista del diario "El Universal".
Para mi sorpresa, el título asignado a la conferencia que impartí esta semana en el congreso mexiquense aludía a la proximidad de una “crisis constitucional”. Frente a la quiebra del estado de derecho, la urgencia de implantar un “verdadero sistema democrático”. Escuché matices varios de la desesperanza y ecos de una angustia sin horizontes. A diferencia de los periodos prerrevolucionarios, priva un fatalismo que no osa decir su nombre.
Cuando hace tiempo adelanté que México estaba naufragando en el pantano de un “Estado fallido” fui degradado por los voceros del régimen al rango de traidor a la patria en busca de una intervención extranjera. Cuando sugerí la revocación del mandato presidencial para dar paso a un gobierno de salvación nacional, fui acosado por la injuria y la amenaza. Ahora pocos dudan de la razón que me asiste.
La referencia de Calderón en Alemania a los “cinco jinetes de la Apocalipsis” que hemos derrotado refleja una distorsión esquizoide ni siquiera explicable por su afán compulsivo de atraer inversiones. Es una réplica pueblerina del discurso fundamentalista de la derecha norteamericana. La “guerra” declarada a un enemigo inasible que encubre las tumbas de 23 mil víctimas de una violencia evitable. La prédica religiosa que suplanta la responsabilidad del Estado.
El Apocalipsis es el último libro canónico del Nuevo Testamento. Significa “revelación” y contiene las profecías del apóstol San Juan sobre el fin del mundo. Sus causas: la guerra, el hambre, la peste y la muerte, que arrasan con la furia alegórica de los jinetes. Aunque el caballo blanco signifique también la redención por Cristo, figura a la que tal vez se acoge el Ejecutivo para anunciar el fin de nuestros sufrimientos.
Las declaraciones de su secretario de Gobernación explicitan la fantasía: hacia junio el “ciclo de la violencia” disminuirá y a fines de año “las cifras” del crimen organizado estarán a la baja. En la hipótesis de que exista una distinción entre la violencia y las cifras que dan cuenta de ella, ninguna de las dos aseveraciones tiene soporte empírico. Gesto de médico chambón que anuncia a los familiares la pronta recuperación del enfermo cuando todos los síntomas apuntan al desahucio.
La respuesta no esperó: dos funcionarios de la DEA y el FBI declararon ante el Congreso de Estados Unidos que la violencia en México es “horripilante” y “podría empeorar antes que mejorar”. Reiteraron que “es imperativo sostener el ímpetu y apoyar los esfuerzos del presidente Calderón contra el crimen organizado”. “Quisiéramos —a través de interpósito gobierno— tumbar a los jefes de los cárteles durante los próximos dos años”.
Citaron la extradición de más de 280 presuntos delincuentes a ese país durante la presente administración y la necesidad de asegurar que la “violencia desenfrenada en México no se expanda sobre nuestra frontera”. Aseguraron que el momento es “importantísimo”, puesto que “estamos llegando al final del gobierno de Calderón y no sabemos quién estará en el próximo”. Es decir, su duda de que esta política no sea transexenal y nuestra sospecha fundada de que intenten prolongarla por medios persuasivos.
Sugirieron que pueden ascender a 39 mil millones de dólares anuales los fondos que se trasladan a México por cuenta del narcotráfico pero evitaron decir que esa enorme cantidad de recursos convertida en arsenales vuelve virtualmente imposible la derrota armada de los criminales. Profetizaron la guerra perpetua en nuestro país y el establecimiento de un prolongado interinato regido desde el exterior.
Diputado Federal del P.T.
*Porfirio Munoz Ledo.
Columnista del diario "El Universal".
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