A punto de concluir el quinto año del "cambio", con el de las ideas cortas y la lengua larga instalado en Los Pinos, el entonces gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, sintetizó el comportamiento económico nacional con la siguiente frase: el "crecimiento" de México es "mediocre y ridículo, para decirlo de forma dulce". Por aquellas fechas, tal "crecimiento" promediaba una tasa anual de 1.8 por ciento. Habría que conocer la opinión del ahora banquero privado sobre el mismo tema en el calderonato, aunque podría adelantarse que su humor sería aún más negro que el manifestado en noviembre de 2005, toda vez que en tiempos de la "continuidad" tal promedio anual apenas si libra el 0.9 por ciento anual, la mitad del "mediocre y ridículo" balance del foxismo.
Tal vez por lo mismo (por mediocres y ridículos, sin comillas) en Los Pinos están felices por el 5.5 por ciento de "avance" observado en 2010 (por mucho que con todo y eso aún no se recuperen siquiera los indicadores registrados un bienio antes) y se mantienen en la fiesta, como si el anterior hubiera sido su primer año en el gobierno y la perspectiva fuera de jauja. Como señala el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, "el optimismo que podría generar el hecho de que el crecimiento económico de México de 2010 superó las expectativas de los agentes económicos se ve opacado al identificar que su magnitud no compensa la caída observada en 2009 y menos aún incide en los pronósticos de un menor crecimiento en 2011".
Como parte de su análisis periódico sobre la realidad económica nacional, el citado centro de estudios refiere que en el cuarto trimestre de 2010, el producto interno bruto (PIB) creció 4.59 por ciento con relación a igual periodo de 2009, lo que representó su cuarto trimestre consecutivo de alzas. Con todo, "no fue suficiente para subsanar la caída observada en 2009, con lo que el valor monetario del producto aún se ubica por debajo del observado en 2008, año con el cual presenta una caída acumulada de 0.91 por ciento o una tasa de decrecimiento promedio anual de 0.46 por ciento".
El incremento del PIB en el cuarto trimestre fue mayor a lo estimado por el Banco de México y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, así como a lo esperado en la Encuesta de las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado de enero de 2011; de esta forma, la evolución del PIB superó las expectativas tanto del sector público como del privado. "Pese a ello, el aumento del PIB en el cuarto trimestre fue menor en 3.11 y 0.69 puntos porcentuales al observado en el segundo y tercer trimestres (7.7 y 5.28 por ciento, respectivamente), mostrando la relativa desaceleración que mantiene la actividad económica".
Por lo anterior, el CEFP subraya la necesidad de "ser cautelosos en la interpretación de los indicadores, dado el contraste mostrado, y más aún si a lo anterior se agrega el panorama internacional, en particular aquellas que tienen efectos en la recuperación económica del país como son las expectativas de lento crecimiento de la actividad económica, la implementación de ajustes fiscales y la persistente debilidad del mercado de la vivienda de nuestro principal socio comercial y proveedor de financiamiento externo, Estados Unidos. De igual forma, el reto en el país para fortalecer la demanda interna se ve complejo ante el estancamiento de las ventas en supermercados, la reducción en el número de empresas afiliadas al programa IMMEX (con pérdidas en el empleo y en las remuneraciones) y las percepciones de inseguridad que afectan las decisiones de inversión".
A pesar del repunte en 2010, para 2011 se espera que la economía mexicana desacelere su ritmo de crecimiento; mientras la Secretaría de Hacienda prevé un avance de 4 por ciento, el Banco de México anticipa entre 3.8 y 4.8 por ciento y el sector privado 3.93 por ciento. Aun así, "la evolución de la economía mexicana se enfrenta a riesgos a la baja, tanto internos como externos, en su crecimiento: los internos continúan asociados a la débil respuesta de la demanda interna, dado que el consumo sigue evolucionando lentamente, la inversión ha mostrado aumentos pero moderados, y se mantiene la astringencia del crédito al consumo, ya que presenta poco más de dos años con caídas consecutivas, principalmente; a lo que se le suma el hecho de que el sector privado, desde hace varios meses, ha destacado que la inseguridad pública podría ser un factor que limite el ritmo de la actividad económica del país. En tanto que los externos vienen asociados a la posibilidad de una desaceleración de la actividad económica de Estados Unidos y su transmisión a la economía nacional, dada la estrecha relación comercial que hay entre ambos países, así como por la posibilidad de que se den depreciaciones competitivas en diversos países para estimular sus exportaciones; una mayor consolidación fiscal en diversos países, y una abrupta reversión de los flujos de capital ante el retiro de los estímulos monetarios en los países desarrollados".
Específicamente sobre el vecino del norte, el CEFP recuerda que la Reserva Federal informó que en enero de 2011 la producción industrial descendió 0.1 por ciento respecto al mes previo, primera baja en este renglón desde junio de 2009. Este resultado se ubicó por debajo de las estimaciones de los analistas, quienes esperaban un crecimiento de 0.5 por ciento. "La baja en la producción mensual se explica por un lento crecimiento del sector manufacturero de 0.3 por ciento; así como por una caída en las empresas de servicios públicos de 1.6 por ciento, debido a la contracción de la demanda en combustibles para calefacción que redujo la utilización de estos servicios, después de una mayor producción en noviembre y diciembre de 2010; además de una contracción en la producción minera de 0.7 por ciento. La tasa de capacidad de utilización de la planta productiva promedió 76.1 por ciento, con lo que se mantiene 4.4 puntos porcentuales por debajo del promedio del periodo 1972-2010, que es de 80.5 por ciento".
Santo Felipe de Jesus:
La Coparmex descubrió el hilo negro: "en 15 años México acumula un déficit de 7 millones de empleos formales, por lo que es necesario revertir el estancamiento de la productividad y multiplicar las inversiones, los empleos de calidad y las oportunidades para entrar a una nueva fase de dinamismo". Qué bueno que por fin se dio cuenta, pero olvidó dos aspectos fundamentales: los salarios de hambre que pagan los patrones y la ineludible responsabilidad económica y social que ellos mismos tienen en el susodicho déficit.
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