domingo, 25 de abril de 2010

Recuento Semanal.






Cuando Octavio Paz, a quien citamos con recurrencia en esta columna, recibió en 1990 el Premio Nobel de Literatura estaba aterrado.

No se debían sus temores al peso de la fama y la gloria ni al inminente discurso a la vuelta de la esquina. Tenía pavor de Elena Garro, quien lo había amenazado con escandalizar a la puerta de la Sala de Conciertos de Estocolmo como protesta por quién sabe cuál de los imaginarios agravios sufridos.

Pablo Neruda cuenta de su temor por la presencia de quienes querrían cortarle las colas de la levita con fulgentes tijeras socialistas y antimonárquicas y Gabriel García Márquez de como saltó el cerco formal de la indumentaria protocolaria y se puso un traje blanco de algodón con lino para no parecer pianista de concierto.

Pero a ninguno de ellos, como a José Emilio Pacheco en la entrega del Premio Cervantes se le bajaron los pantalones hasta la media pierna por el simple olvido de unos benéficos e infalibles tirantes.

“Es un buen antídoto contra la vanidad”, dijo JEP en uno de sus típicos gestos de humor.

José Emilio vive, al menos eso parece, siempre al borde de una catástrofe. Pero cuando se le supone al punto de despeñarse por un imaginario barranco, siempre logra un momento de viveza y gracia. Eso lo hace vulnerable en apariencia y cálido y genuino a más no poder.

Por eso a fin de cuentas sus versos y su prosa rematan siempre con la revolera de la esperanza, con la certeza de una cercana, vigente y actuante inteligencia salvadora.

Sus palabras al recibir el galardón literario (olvidemos la borbónica condición de los otorgantes) son una muestra.

“Nada de lo que ocurre en este cruel 2010 —de los terremotos a la nube de ceniza, de la miseria creciente a la inusitada violencia que devasta a países como México—, era previsible para comenzar el año. Toda cambia día a día, todo se corrompe, todo se destruye. Sin embargo, en medio de la catástrofe, al centro del horror que nos cerca por todas partes, siguen en pie, y hoy como nunca son capaces de darnos respuestas, el misterio y la gloria del Quijote”.

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Hoy en México todo es historia, excepto cuando es historieta.

Los años 1810 y 1910, presentes en el ciclo de los siglos, nos convocan a conmemorar y de paso abaratar la celebración con puro rollo baladí, oportunista e innecesario. Magno oropel en el exceso de bautizos centenarios y bicentenarios.

Se enciende un bombillo y ya se le pone la etiqueta del siglo o el doble siglo.

Pero dentro de cien años, cuál será la memoria de estos días. ¿Cuáles los rasgos para fijar en el tiempo nuestro paso actual por la vida y el infinito del tiempo?

La acumulación memoriosa de nuestros actos, algunos de ellos con carácter perdurable hasta para trascender el tiempo y definir el rostro actual para conocimiento de quienes vengan, se ha abaratado notablemente.

Por ejemplo ¿la mortandad de la lucha contra el crimen, no exenta de crímenes ella misma, será un rasgo importante en la historia de estos días o escogerá la historia para retratarnos la visita de Joaquín Sabina a Los Pinos para celebrar el pacto filarmónico del agave?

Nadie lo sabe todavía, pero para seguir con la interminable historia de los intelectuales y el poder, recibe el señor Presidente a los especialistas cuyo talento reunido nos ofrece una nueva versión, cómoda, barata; de lectura rápida y fácil de nuestra historia patria, sin la ampulosidad de Vicente Riva Palacio suponemos y con la claridad crítica de Enrique Krauze, por ejemplo.

Quizá hoy nos hagan falta Edmundo O’Gorman; José Fuentes Mares o Luis González, pero como la marchantita del mercado, esto hay y así lo estamos dando.

Hoy cuando nos hemos vuelto historietistas deberíamos releer estas palabras y tratar de hundirlas en la conciencia, especialmente de los gobernantes incultos.

“Aunque los mexicanos (dijo Octavio Paz) estamos preocupados —mejor dicho, obsesionados— por nuestro pasado, no tenemos una idea clara de lo que hemos sido. Y lo que es más grave, no queremos tenerla. Vivimos entre el mito y la negación, deificamos a ciertos periodos, olvidamos a otros. Esos olvidos son significativos; hay una censura histórica, como hay una censura psíquica. Nuestra historia es un texto lleno de pasajes escritos con tinta negra y otros escritos con tinta invisible. Párrafos pletóricos de signos de admiración, seguidos de párrafos tachados…”.

Significativo sobre todo cuando el “historietismo” sustituye al historicismo.

El libro Historia de México presentado la tarde del pasado viernes en Los Pinos tiene un remate en torno de los hechos presentes los cuales, por definición, no caben aún en la historia. Esa ni siquiera la hemos escrito todavía. Quizá sirven nada más para justificar de antemano las acciones del actual Presidente. “La historia me absolverá”, ha dicho alguien, pero aquí preferimos la absolución de los historiadores. No podemos cambiar el mensaje, pero sí comprar al mensajero.

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Por otra parte, durante la instalación de la Comisión Especial de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), para conmemorar lo conmemorable, el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto pidió aprovechar las efemérides para reflexionar sobre el quehacer futuro.

“En el régimen democrático que todos compartimos y en el que estamos inmersos, es difícil construir una visión única de país, pero creo que este año nos da la oportunidad de definir metas comunes; objetivos claros para nuestro país”.

Peña Nieto entregó dos colecciones de la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario, integrada por 314 títulos, una al gobierno de Guanajuato y otra que formará parte del acervo de la Biblioteca Nacional del Bicentenario que tendrá su sede en esta ciudad, cuna de la Independencia nacional.

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Le preguntaron al senador Manlio Fabio Beltrones en la reunión anual de los banqueros en el puerto de Acapulco:

—Lo que dijo ayer Calderón, sobre la economía y las finanzas en México van muy bien, es un discurso alentador. ¿Comparte esa óptica?

—Sí. Yo veo un México con resultados mucho mejores, obviamente, que en el 2009, afortunadamente. Recordemos que venimos de un decrecimiento de menos siete puntos del Producto Interno Bruto y con pronósticos que en esta ocasión podremos crecer hasta cinco puntos del Producto Interno Bruto; todavía nos quedarían debiendo dos puntos de los que faltaron en el año 2009.

“No obstante este impulso, creo que lo debemos consolidar aprovechando la inercia para hacer más cambios de fondo que permitan a México volver a estar al frente del crecimiento económico en Latinoamérica”.

Pues sí, dos y dos son cuatro. Hasta cuando la aritmética del gobierno los quiere convertir en cinco.

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Dijo el presidente de la Comisión Nacional Bancaria, Alberto Babatz, que millones de familias han tenido dificultades para cubrir los pagos de sus tarjetas de crédito, la banca ha tenido que absorber 211 mil 305 millones de pérdidas asociadas con esta cartera en los últimos tres ejercicios y ha sufrido un enorme deterioro en su reputación”.

Obviamente el crédito al consumo como una forma de disfrazar la usura, en manos de una banca soberbia y autorregulada, en lugar del fomento al crédito, a la producción, es uno de los peores caminos para falsificar la economía.

Quizá por eso Alejandro Werner les dijo a los señores de la chistera acapulqueña en la reciente convención bancaria sobre el fin de una era de liberalidad extrema para regresar y colocarse, disciplinados y bien portaditos, “bajo el paraguas de la regulación”.

Pero desde las alturas se escuchó un grito ya conocido: ¡Sí!, Chucha.

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Por si algo faltara ahora el gobernador de Chihuahua, José Reyes Baeza se enfrasca en un pleito con el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, a quien lo tupido no lo deja ni sentir lo duro.

Como se sabe FGM atribuyó al sistema judicial penal de Chihuahua el incontrolable clima de violencia cercano a la ingobernabilidad absoluta y el mandatario local le respondió con un rapapolvos de página entera bajo la forma de una carta abierta de reclamación dirigida al Presidente de la República.

“El fortalecimiento del estado de Derecho y la tranquilidad y la seguridad de los ciudadanos es responsabilidad de todos. Expresiones como las vertidas por el secretario de Gobernación en nada abonan a ese propósito”, le dice Reyes Baeza al Presidente al comentar la imprudencia del secretario.

A veces la desmesurada emoción, la búsqueda a como dé lugar de una grandilocuencia ubicua y sorprendente, como le sucede a FGM, puede producir malos resultados como ha ocurrido en este caso.

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Una de las áreas donde se ha notado la recuperación económica es en los puertos, al menos en el volumen de sus operaciones.

Datos de la oficina de Alejandro Chacón Domínguez, responsable de la SCT en esa área, dicen de un crecimiento del 38.4% respecto al primer trimestre del 2009 en movimiento de vehículos (cuando se movieron 112 mil 903 unidades), significativa recuperación en cuanto a movimiento de “carga rodada” por los puertos del país.

Esta tendencia se reforzará con el reciente acuerdo con Nissan Mexicana para mover más de 19 mil unidades durante 2010 desde Veracruz con destino a Arabia Saudita, Qatar, Kuwait, Omán, Bahrain y Yemen, entre otros lugares.

La naviera de origen sueco-noruego, especializada en carga automotriz, Wallenius Wilhelmsem Logistics (WWL), zarpó de Veracruz, con el primer embarque de 780 automóviles de esa armadora.






*Rafael Cardona.



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