miércoles, 4 de agosto de 2010

Los Horrores del sur.


Como en muchas otras cosas, los mexicanos vemos en el problema de la delincuencia nada más una parte del asunto. Tenemos la mirada puesta en los Estados Unidos como surtidor de males y oportunidad de remedios. Pero en el sur, en la frontera casi invisible con Guatemala, se hallan otros factores cuya concurrencia incide también en los infiernos mexicanos.

Mucho se ha dicho sobre la proliferación de las bandas criminales en el sur, pero a veces las cosas se dicen y se olvidan. Este es un recuento publicado recientemente por Foreign Policy con base en la experiencia de Francisco Goldman.

“Me refiero principalmente a estructuras heredadas del conflicto armado –especialmente los grupos de inteligencia militar– y que ahora constituyen una parte esencial del crimen organizado.

“De la inteligencia militar y de los batallones de élite, como los Kaibiles, salieron generales, como Otto Pérez Molina, y otros militares como el coronel Byron Lima – encarcelado por el asesinato del obispo Gerardi–. Militares como ellos siguen siendo muy poderosos en la política y también en las mafias.

“Los vínculos entre los Kaibiles y Los Zetas, ese cártel mexicano de sicarios, están más que establecidos.

“Así que la mafia en Guatemala es un conglomerado de criminales, cargos policiales, militares, políticos y oligarcas, una estructura que usa todos los medios ilícitos que están a su alcance para lograr el enriquecimiento ilegal de ciertas personas y que para garantizar la impunidad de sus actos intimidan o compran jueces o fiscales.

Como vemos (por ejemplo a raíz de los hechos de Durango y la cárcel intermitente), las estructuras mafiosas se asemejan cuando no se duplican.

“Para lograr sus objetivos –dice Goldman casi con el mismo tono del presidente Calderón cuando habla de la falta de escrúpulos de los criminales– usan todo el enorme poder de los servicios secretos de inteligencia militar y civil –escuchas, coacciones, incluso asesinatos–.

“Esto les permite operar cómodamente en el transporte de droga, el control de las cárceles, el contrabando de todo tipo de mercancías… Es esa misma mafia que logró enquistarse en las instituciones con los gobiernos de Berger y Arzú y que permanece en las instituciones actuales”.

De acuerdo con esa publicación, el último informe de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (ONUDD), publicado en 2010, señala para México una tasa de homicidios de 12 personas por cada 100 mil habitantes. En Guatemala es de 49 por cada 100 mil.

¿Cómo se originó esto en Centroamérica?

Goldman dice:

“Guatemala vivió una larga y cruel guerra civil que sumió al país en la violencia más atroz. Se generó así una cultura de la violencia favorecida por las miles de armas que entraron procedentes de EU y del bloque soviético. Recuerdo que ya a comienzos de los 80 niños de catorce años asaltaban negocios con granadas y armas de gran calibre. Ese armamento se conseguía con suma facilidad.

Hoy en día la ciudad de Guatemala es un lugar en el que se percibe el temor de la gente con toda claridad. Hace unos meses, en mi última visita a la capital, recorrí algunos barrios populares un viernes por la noche y no se veía a nadie en las calles. Me pareció una ciudad oscura, inhóspita. Eso puede dar una idea del control que los Maras tienen de los barrios, sobre todo de noche, y del miedo de la gente”.

En este sentido el caso de los Maras tiene relación con la política migratoria y carcelaria en Estados Unidos. Es un lugar común señalar como origen de los Maras centroamericanas en la repatriación masiva por parte de EU de delincuentes con condena menor en territorio estadunidense.

“La guerra propició que miles de jóvenes llegasen a la capital y se instalasen en barrios de chabolas con unas condiciones de vida difíciles, sin perspectivas laborales ni de futuro. La violencia es una respuesta natural a esas circunstancias. Sobre todo porque durante la guerra civil la violencia era excesiva y omnipresente”.

Dicho de otro modo, antes de ser Mara se es Nini.



CABAÑAS

Juan Antonio Araujo Riva Palacio, abogado del gerente del Bar-Bar, Carlos Cázares, Charly, el único preso en todo el caso Cabañas (el agresor está libre), denuncia la violación de los derechos de su defendido, por la defensa no presente en el interrogatorio al amnésico futbolista.

Como se sabe Cabañas fue “declarado” en Paraguay, pero lo mismo si no hubiera ocurrido nada.

“No oigo, no oigo, soy de palo, tengo orejas de pescado”.

Y de ahí no lo sacan con todos los dictámenes clínicos en su favor. Por lo pronto, Cázares ya lleva seis meses en prisión.



CHINO

Como un reconocimiento al Chino, Humberto Romero Pérez, quien fuera secretario particular del presidente Adolfo López Mateos, el ayuntamiento de La Piedad, Michoacán, y Beatriz Pagés Rebollar, directora de la revista Siempre!, develarán en ese lugar una estatua el próximo día ocho.




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