La incursión de la política en la comunicación masiva obedece a las estrategias de la propaganda, cuyo fin es modificar la percepción del electorado con mensajes incesantes, insistentes e inocuos. Por lo general, las estrategias mediáticas dirigidas por empresas especializadas en la imagen y en la opinión pública son exitosas; la excepción que confirma la regla son las campañas de difusión de las acciones de los gobiernos panistas. Así lo demuestran: el manejo inconsistente de la información, el mensaje que se transmite entre las líneas de discursos iracundos y dolosos de Felipe Calderón, más las desafortunadas declaraciones de altos funcionarios del régimen.
Recientemente, en una espectacular exhibición del cinismo oficial, el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, embriagado de optimismo por el anuncio del crecimiento del 5.5% en el Producto Interno Bruto, declaró que la cifra mágica del sexenio son los 6,000 pesos porque “hay familias mexicanas que con esos ingresos al mes tienen crédito para una vivienda, tienen crédito para un coche, se dan tiempo de mandar a sus hijos a una escuela privada y están pagando las colegiaturas”.
Esta tendencia de equiparar la eficiencia con cifras y porcentajes maliciosamente ponderados caracteriza a los regímenes panistas, cuya prioridad es administrar porque no gobiernan. Las cifras que se divulgan son frías y esquivas, suben y bajan en un devaneo de la comunicación que distorsiona la realidad.
La aplicación más reciente y fulgurante de esta tendencia de los números estuvo a cargo del fiscal de la zona norte en Ciudad Juárez, Jorge González Nicolás, quien informó que en el caso de la desaparición y asesinato de Elías Reyes Salazar, Magdalena Reyes Salazar y Luisa Órnelas Soto se llevaron a cabo 14 operativos para su localización, que se utilizaron 8 perros olfateadores de la unidad canina (grupo K-9), que las investigaciones estuvieron a cargo de 60 elementos de la Policía Estatal Investigadora, que los rastreos se reforzaron con 6 Agentes del Ministerio Público de la Fiscalía General del Estado, que se entrevistaron a 38 personas, se declararon ministerialmente a 16, se visitaron más de 30 viviendas y ranchos, y se revisaron más de 60 vehículos. Pero una vez más, la sumatoria de estas cifras fantásticas fue un rotundo fracaso.
Porque aquí, en Calderolandia, la realidad tiene dos versiones fatales. Y desde la perspectiva del poder, México es un país de fantasía habitado por seres felices incapaces de razonar pero que son inmunes al flagelo de la violencia, la miseria y la ignorancia, y por eso, frecuentemente todas las cifras adquieren la cualidad excepcional de disipar las penurias…