2. Nada de patriotismos y demás zarandajas que el gobierno y los empresarios otorgan halagando a los inversionistas millonarios de la escuela privada y silenciando el enorme negocio de familias millonarias panistas y clericales. Hoy las asociaciones derechistas de padres de familia, priístas, empresarios, lanzan el grito de alegría al cielo a favor de ese viejo proyecto de panistas, clero y su ideólogo Luis Pazos. Resulta extraño que la priísta Paredes salga ahora diciendo que la privatización educativa es su viejo proyecto cuando hasta los años setenta parecían defender la educación pública. ¿Por qué esos 13 mil millones que el gobierno va ha devolver a burgueses y pequeño burgueses que usan la escuela privada no se invierten en la educación pública para dar desayunos, comidas, subsidios a pasajes de transporte, reparación de servicios en las escuelas abandonadas a las cuotas de padres de familia? ¿Cuándo la educación media superior y superior dejará de rechazar a millones de estudiantes que no tienen lugar en la educación pública?
3. No debe olvidarse que las grandes quemas de libros de texto gratuitos por poderosos grupos derechistas, y el grito de libertad de enseñanza religiosa en los años sesenta, dio inicio a las grandes campañas contra la educación pública. Durante 50 años los gobiernos se hicieron a la “vista gorda” o de plano apoyaron las grandes campañas de desprestigio contra los libros de texto gratuitos, programas, profesores, de las mismas escuelas públicas que entonces tenían conciencia alta en la defensa de la educación popular. Sin embargo a partir de 1982, es decir, hace casi 30 años, con la imposición del neoliberalismo, el apoyo total a la educación privada y la plena libertad del clero para intervenir en el país, demuestran que la conciencia nacionalista y laica ha sido absorbida, borrada del pensamiento de los profesores y del pueblo. Aunque Esther Gordillo sea una líder cacique, asesina, acomodaticia- es de las pocas que aún con límites, ha salido en defensa de la educación pública. Ese decreto de Calderón debería ser rechazado nacionalmente.
4. Todos aquellos viejos profesores que tuvieron conciencia de la educación cardenista en México, que lucharon en los cincuenta y sesenta en la nacional de maestros, que fueron profesores rurales, que egresaron de las normales de hijos de trabajadores, así como del Poli, de las huelgas magisteriales junto a Othón, pero sobre todo los de la CNTE, deberían combatir ese decreto que busca hundir más a la educación pública. No es un simple decreto electoralista como dicen los ignorantes y los oportunistas, es un terrible golpe de la derecha contra la educación pública. Yo, en 1969, por aquello de falta de ingresos me ví obligado a trabajar unos meses en una grande secundaria particular de la colonia Moctezuma del DF donde tenía grabadoras en cada salón, a media clase salían los alumnos a confesarse y se impartía misa en aquella escuela. Salí de aquella escuela como “tapón de sidra” y nunca más laboré en otra privada donde después de cada clase me “aconsejaban” que no hable de esto o aquello.
5. Estuve como profesor de horas de historia en al menos 25 escuelas secundarias del DF y, aunque algunas escuelas públicas estaban en zonas aburguesadas y otras en lugares proletarizados, en la escuela pública nunca escuché de confesiones, visitas de curas o misas, mucho menos que alguien me llame la atención por hacer estudiantes críticos, libres y científicos, o por mis batallas sindicales. En 1972 ingresé al CCH-UNAM en planteles con alumnos de distintos orígenes sociales: CCH Oriente de súper proletarios y CCH Sur con clases medias, sin embargo siendo educación pública jamás la derecha tuvo presencia importante en esos planteles y, por el contrario, algunos miles de estudiantes apoyaban físicamente –junto a sus profesores- las huelgas obreras de los estados de México, Morelos, Hidalgo y el DF. Siempre supimos demostrar que la educación pública era diez veces superior a la educación privada porque creaba alumnos que razonaran, que criticaran, buscaran la igualdad y que se oponían a todo lo injusto.
6. En México la escuela privada y el clero han jugado una historia muy negativa porque sólo han estado al servicio de las clases poderosas. No puede olvidarse que en el siglo XIX la iglesia era la más grande terrateniente y que junto con los militares y los sectores políticos más reaccionarios, controlaron el país, hasta que el movimiento liberal de Reforma la expropió. Muy contrario a los esfuerzos del laicismo y la educación pública que a través de la historia han hecho enormes sacrificios para servir a la inmensa mayoría del pueblo. Si en algunos países la intervención del clero, así como la extensión de la escuela privada no causa el mayor escozor, en México sí porque su objetivo de reconquista siempre ha estado presente. Por eso el decreto de Calderón debe ser combatido por los sectores progresistas de izquierda del país. Necesitamos niños, estudiantes, un pueblo que reflexione críticamente, sin prejuicios, acerca de sus problemas básico e importantes.
7. Ahora el borrachín Calderón –como le dicen con todo cariño- con ese decreto altamente apoyador de la privatización, busca congraciarse con la ultraderecha reaccionaria y de paso se mete a la bolsa a las clases medias educadas en el individualismo, el racismo y el consumismo. Lo que les devolverán podrá servir para algunos viajes internacionales y comprarse otro coche de mejor modelo. Espero que pronto se den cuenta los analistas y luchadores sociales de lo que representa ese decreto de devolver a los riquillos lo que pagan en colegiaturas privadas. Al fin los sectores más reaccionarios de la educación han logrado imponer sus propuestas de apoyo irrestricto del gobierno a la educación privada. Parece que los profesores para defender la educación pública deben pasar a acciones más radicales. No basta con sus respetuosas manifestaciones y plantones; las batallas tienen que pasar a otros niveles. Esta condena no es contra las escuelas particulares cuyos dueños apenas alcanzan para vivir con honestidad.
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