Cuauhtémoc Cárdenas cometió la proeza de sacar al PRI del DF. Aplastó al partido oficial y al PAN. Tal hazaña fue costosa para él y magnífica para el PRD. Han pasado 13 años desde entonces. Los perredistas se ensañaron con su "líder moral" y utilizaron la capital como banco personal, amén de mostrar los más altos índices de corrupción del país. De Rosario Robles a Ebrard, ex priistas y líderes del peor estilo, han manchado a un partido que fue esperanzador y marginado o expulsado a lo poco decente que tenían. La mayoría de los jefes de gobierno perredistas han estado escaso tiempo, salvo AMLO, y todos han utilizado el cargo para promoverse. Rosario fue un fracaso, pero alcanzó tal notoriedad que ahora es periodista famosa y actriz. Para qué hablar de Encinas. Su complicidad en la entrada de César Godoy a la Cámara de Diputados, en una escena gangsteril, lo pinta de cuerpo entero. La capital es un caos, plena de inseguridad, de vendedores ambulantes, de narcotienditas, de obras sin mayor sentido, con obvios privilegios para al automóvil, con el campeonato de la destrucción de áreas verdes y en medio de una eterna tormenta de mentiras y demagogia sinfín. La ética no existe entre las tribus. Nunca hubo un proyecto de izquierda, lo que existe y es visible es la atroz voracidad por los cargos y el dinero.
Es el turno de Marcelo. Ya anunció que va por la candidatura presidencial de la "izquierda", es decir, contra López Obrador. ¿Será un choque de trenes o una colisión sin mayores daños? De su lado, el caudillo parece no inmutarse, a lo sumo frena la alianza PAN-PRD en el Edomex. Puede ser una maniobra perversa, pero dicen que en política todo se vale. No cabe duda que Ebrard dio un gran paso: anunció ruidosamente, rodeado de sus leales, que irá de gira por toda la República. ¿Y el DF? Ah, no, sólo viajará los días de asueto, tal como hizo Andrés Manuel para apoyar a Yeidckol Polevnsky en su fallido intento por derrotar a Peña Nieto hace cinco años. Pero bien decía un campeón de la corrupción, Carlos Hank González: Político pobre, pobre político. Así que Ebrard ha creado una fundación para impulsar su candidatura, la que perderá sin duda ante el mucho trabajo de AMLO y la multitud de caballos de Troya que éste tiene en el PRD. Lo más sensato, sería que Ebrard, como dijo Obdulio Ávila, solicitara dinero para la atribulada ciudad capital y no para su gira. Ebrard se defendió: "No es para contribuir a una contienda de personalidades ni para alimentar exclusiones, sino busca la cohesión de fuerzas progresistas para impulsar los cambios que el país necesita." ¡Oh! ¿Es posible imaginar el dineral que costará esta gira y establecer oficinas en cada estado? Para eso formó su cochinito, con muchas obras y negocios. El turbio panorama comienza a aclararse. Falta saber cuántos perredistas van por la jefatura del DF. Por lo pronto, Ebrard tiene a su delfín: Mario Delgado. ¿Qué hará Camacho, seguirá cerca de Obrador o se mantendrá al lado de su eterno discípulo Marcelo? Ellos y el propio Cárdenas, fueron invitados a sumarse al esfuerzo titánico de llevar a un ex salinista a la presidencia de México. ¿Lo acompañará otro que fuera salinista: Camacho? Extraña memoria la de los perredistas. Hace unos días para desprestigiar a Peña Nieto, mostraron pancartas donde aparecen el gobernador y el ex presidente. Se les olvidó que toda la cúpula del PRD ha tenido tratos con quien AMLO califica como el Innombrable. Todo esto mientras el PRD se deshace internamente. René Arce pide la salida de Jesús Ortega e indica la forma despótica en que Marcelo actuó en Iztapalapa. Cota Montaño se fue, Amalia García tiene tras de sí auditores por sus pésimos manejos en Zacatecas y las tribus se miran entre sí, recelosas, sin saber hacia dónde moverse.
Es el turno de Marcelo. Ya anunció que va por la candidatura presidencial de la "izquierda", es decir, contra López Obrador. ¿Será un choque de trenes o una colisión sin mayores daños? De su lado, el caudillo parece no inmutarse, a lo sumo frena la alianza PAN-PRD en el Edomex. Puede ser una maniobra perversa, pero dicen que en política todo se vale. No cabe duda que Ebrard dio un gran paso: anunció ruidosamente, rodeado de sus leales, que irá de gira por toda la República. ¿Y el DF? Ah, no, sólo viajará los días de asueto, tal como hizo Andrés Manuel para apoyar a Yeidckol Polevnsky en su fallido intento por derrotar a Peña Nieto hace cinco años. Pero bien decía un campeón de la corrupción, Carlos Hank González: Político pobre, pobre político. Así que Ebrard ha creado una fundación para impulsar su candidatura, la que perderá sin duda ante el mucho trabajo de AMLO y la multitud de caballos de Troya que éste tiene en el PRD. Lo más sensato, sería que Ebrard, como dijo Obdulio Ávila, solicitara dinero para la atribulada ciudad capital y no para su gira. Ebrard se defendió: "No es para contribuir a una contienda de personalidades ni para alimentar exclusiones, sino busca la cohesión de fuerzas progresistas para impulsar los cambios que el país necesita." ¡Oh! ¿Es posible imaginar el dineral que costará esta gira y establecer oficinas en cada estado? Para eso formó su cochinito, con muchas obras y negocios. El turbio panorama comienza a aclararse. Falta saber cuántos perredistas van por la jefatura del DF. Por lo pronto, Ebrard tiene a su delfín: Mario Delgado. ¿Qué hará Camacho, seguirá cerca de Obrador o se mantendrá al lado de su eterno discípulo Marcelo? Ellos y el propio Cárdenas, fueron invitados a sumarse al esfuerzo titánico de llevar a un ex salinista a la presidencia de México. ¿Lo acompañará otro que fuera salinista: Camacho? Extraña memoria la de los perredistas. Hace unos días para desprestigiar a Peña Nieto, mostraron pancartas donde aparecen el gobernador y el ex presidente. Se les olvidó que toda la cúpula del PRD ha tenido tratos con quien AMLO califica como el Innombrable. Todo esto mientras el PRD se deshace internamente. René Arce pide la salida de Jesús Ortega e indica la forma despótica en que Marcelo actuó en Iztapalapa. Cota Montaño se fue, Amalia García tiene tras de sí auditores por sus pésimos manejos en Zacatecas y las tribus se miran entre sí, recelosas, sin saber hacia dónde moverse.
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